En el prado había un redil

En el prado había un redil,

en el redil había una fuente,

en la fuente había un soñar

que pintaba el campo verde,

 

era la vid cuando nace

la hoja del verde pámpano,

era el suave tremolar

de las flores en los tallos,

 

era tonada de música

soñadora, que de las auras

el acento encendía,

era la hermosura tildada

y el tierno acorde del día,

 

era el zorzal arrullador

o risueña brizna en el prado,

era el rutilante jazmín

o la lis de blanco bálsamo,

 

era el remozado clamor,

alarde de bosques y flores,

era el suntuoso damasco

y el tálamo de los amores,

 

era jubiloso musitar

que del arco la cuerda tañía,

era el trigo prendido de luz,

susurro, ornato, algarabía,

 

iban por venturosa senda

con gala de flores y cortejo

una brisa encantadora

y un colorín pendenciero,

 

los sones prestaban gratas

melodías a los vientos,

la tierra era hermosura,

ceremonia, luz y contento,

 

ya danzaban las cabriolas

en su afán acompasadas

con ágil movimiento,

ufanas las aves volaban

entre trinos y aleteos.