A la tormenta, rehuir no quiero

A la tormenta, rehuir no quiero,

mas en los encrespados aires de revuelta,

como un pendón que sin descanso ondea,

me siento el trapo que el destino embrolló.

 

Después la calma, la noche, el húmedo sosiego,

penetrante y denso a orillas del mar.

Ni pendón que ondease ni revuelta había,

mi alma, no era trapo ya.