Al mundo vine

Al mundo vine,

corona no me dieron,

pero en modesto huerto

algunas flores sembré,

y es mi gloria distraerme

en la cálida tarde

con esos pequeños países

de amaranto y rosicler.

Aquellos conocidos

Aquellos conocidos que me saludan

que poco me conocen, la verdad.

Ignoran que mi alma es una fuente

y mi vida como un humilde riachuelo

corre siempre buscando el mar,

y que a veces placentero se solaza

al arrullo de la hermosa floresta

o adormecido se queda en el umbral.

Tampoco sabemos

Tampoco sabemos al concluir el sueño

si acaso fue una hada quien lo tejió,

pero al evocarlo con nostalgia queremos

regresar al jardín que la visión nos dio,

pues la vida era allí plácida y se sentía

al pasar el regato un agradable frescor.

Pensamiento menesteroso

Pensamiento menesteroso,

lúgubre hidalgo sin reposo,

buscando siempre

aquel blasón luminoso.

 

Aquel lirio simbólico

fue mi única ambición,

aunar el goce estético

con las formas de la razón.

 

Amancébame el campo

mujer, y dame rosas,

ven y dale al yerro

la plenitud de tu aroma.

Un desasosiego

Un desasosiego el corazón me inunda,

triviales horas observo pasar,

de este bajo oficio que da la vida

¿podré algún día apearme y descansar?

 

Siento aquí correr suave una brisa

acariciante y reparadora, que invita a olvidar,

al lodazal de la vida, a la acritud de las horas

quizás ya nunca querré regresar.

La lluvia

I

 

La lluvia lenta tras la ventana, la tarde de zozobra,

hacen que a la cabeza acuda Verlaine,

que terrible, dijo el poeta, es la tristeza,

y no saber de donde viene, ni para qué.

 

Es invierno y la tarde lánguida, casi yerma,

como un tambor de lluvia repiquetea,

música devastadora del mundo, tambor de lluvia,

hastío, ritmo de tedio, indolencia.

 

II

 

Como tenue letargo cae la lluvia,

 

del aire el crisol estremecido

en menguada luz perece.

 

De la vida se han borrado los caminos,

 

bajo la lluvia

la tierra mojada duerme.

Desengañado al fin

Desengañado al fin del burdo tumulto,

de la pueril mezquindad de la vigilia,

escribo palabras al hervor de una lámpara

como quien en la noche teje o hace su labor,

al padre Apolo pido el don de la armonía

o a Calíope bella y suave inspiración,

luego bajo la luna mis párpados se cierran

y Selene me abraza como al pastor Endimión.

El aire no es de cristal

El aire no es de cristal aunque tenga

la misma muda transparencia,

el aire es hoy una ilusión tranquila

con fragantes orlas de madreselva.

Trepadora y alta como la planta

se encaramó también la ilusión,

por la tranquila madreselva del aire

trepé la tapia del mundo y el dolor.

Hoy Neera, siéntate a mi lado

Hoy Neera, siéntate a mi lado, ven y circunda

con flores mi acostumbrado desdén,

mira esos juncos oh Neera al pie del calmo río,

recoge las amarillas flores, que aquí las pueda

oler, mas no quieras luego añejo vino

ni írritos goces, que los tragos son livianos

y tu boca es de hiel.

Apuntes de un poeta

Cuanto tiempo hacía mi buen Pedro Salinas, cuanto tiempo

añorado tu signo de coral sumergido. Ante tus ojos la vida

poseía el silencio y el atisbo desbordado, entre ritmos lisos

y pulidos, y el lejano rumor de los barcos.

 

Con el verde olivo

y la adusta piedra

dejo que suene

mi guitarra vieja.

 

Quiere el aire de la mañana

ser verde como el alcor

o tener como la mariposa

por emblema algún color.

 

(Noche)

 

El murmullo de un arpa

en la callada arboleda…,

 

¿es cierto lo qué he oído?

¿lo he soñado? ¿es el viento?

es tan dulce su sonido…,

¿son sus notas verdaderas?

 

La noche es una reina loca

¿sabéis acaso si vela o sueña?

pero es tan dulce el murmullo

de su música en las hojas…